Aquella idea de que estamos rotas porque nos han quebrado, es algo que se repite en nuestra narrativa constante, es algo que escucho en el espacio terapéutico, podría decirse que, en todas las mujeres que han pasado por ahí. Recientemente escuché algo que me hizo replantear este discurso: 

“Aquella vivencia que nos tocó tanto, que nos generó un trauma, no lo tocó todo, no se lo llevó todo, no lo contaminó todo, no te llevó”. 

Esto que estoy parafraseando me movió. ¿Cómo era posible que no se hubiera llevado todo de mí? si me he sentido tan dolida, en ocasiones vacía y otras veces a punto de desbordarme, esto que me estaban diciendo no tenía sentido y al mismo tiempo tenía todo el sentido que había estado buscando; era una lucha entre diferentes susurros. Por una parte, culpo a todas mis vivencias por mis problemas actuales; la ansiedad, el pánico, la tristeza, mi destreza al tener que hablar, mi inmovilidad para buscar mis metas, todo eso lo llevó de la mano con un “por lo que me pasó». Aceptar de dónde vienen mis heridas es una manera inteligente de tomar las riendas, entender las decisiones que tome con compasión y no quitar la responsabilidad de quien ha cometido la violencia es parte de ese camino, pero si no llevo la parte de la acción, si no me encamino a salir, si no recuerdo que la palabra víctima no me define, entonces quedaremos estancadas. 

Así que, retomando el tema, he sentido muchas veces que no hay nada de mí, que soy Yesenia la víctima y no hay otra opción de mí esencia, porque “Me han robado”, mi cuerpo, mi mente, mi tranquilidad, mi capacidad para vivir en armonía. 

Que me dijeran esto fue muy poderoso, peleé con esta idea, porque de cierta manera me había estancado en la otra, y llegué a esa adaptabilidad, muchos dirían que estaba en una “zona de confort”, que no sé si sea la mejor manera de nombrarla. Todo término que viene de lo social, lo dudo, porque hay un discurso patriarcal de fondo. No lo llamaría una zona de confort, pero adaptabilidad me suena con más sentido, estaba en una zona donde había encontrado respuestas a mis traumas, a mi comportamiento y a sentirme estancada, me adapté a esas respuestas a las que llegué poco a poco a fondo, analicé y escribí sobre esas heridas, con la intención de liberar y sanar, pero me di cuenta de que no con una intención de movilidad, porque hoy me doy cuenta de que no sentía que esto era posible. Puede sonar hasta absurdo cuando lo que queremos todas es avanzar, pero hasta hoy veo mi intención detrás de todo ese trabajo personal. No es que no quisiera moverme, es que no sabía que podía, no sabía que era posible, porque no sentía que aún fuera yo en este cuerpo tan herido. 

“Si se lo hubiera llevado todo, hoy no estarían aquí”. Fue la frase que más me llevó a mi nuevo análisis: No es que lo que te pasó te tenía que pasar para que llegaras aquí, te pasó y tu resiliencia fue lo que te ayudó a salir adelante. “Estás aquí, porque no se llevó todo de ti”. 

Hoy me miro diferente, porque la palabra es tan fuerte, que narrarnos con otra perspectiva nos lleva a nuevas posibilidades, hace poco leí que lo que lleva al trauma no es el suceso, si no la perspectiva que llega posterior al suceso. Desde este lugar, entonces, cualquier trauma es superable, cualquier inmovilidad se puede volver movilidad, cualquier pánico puede cesar, y aún en la oscuridad puedo brillar. 

No se llevó todo de mí, por eso hoy estoy aquí, por eso hoy soy terapeuta y trabajo con mujeres en situación de violencia, por eso hoy busco capacitaciones feministas para abordar el sistema patriarcal, no, si él se hubiera llevado todo, no estaría aquí, estos nuevos ojos fueron los que me dieron una nueva lucha que había creído perdida. 

Por: Yesenia Domínguez. 

Aquella idea de que estamos rotas porque nos han quebrado, es algo que se repite en nuestra narrativa constante, es algo que escucho en el espacio terapéutico, podría decirse que, en todas las mujeres que han pasado por ahí. Recientemente escuché algo que me hizo replantear este discurso: 

“Aquella vivencia que nos tocó tanto, que nos generó un trauma, no lo tocó todo, no se lo llevó todo, no lo contaminó todo, no te llevó”. 

Esto que estoy parafraseando me movió. ¿Cómo era posible que no se hubiera llevado todo de mí? si me he sentido tan dolida, en ocasiones vacía y otras veces a punto de desbordarme, esto que me estaban diciendo no tenía sentido y al mismo tiempo tenía todo el sentido que había estado buscando; era una lucha entre diferentes susurros. Por una parte, culpo a todas mis vivencias por mis problemas actuales; la ansiedad, el pánico, la tristeza, mi destreza al tener que hablar, mi inmovilidad para buscar mis metas, todo eso lo llevó de la mano con un “por lo que me pasó». Aceptar de dónde vienen mis heridas es una manera inteligente de tomar las riendas, entender las decisiones que tome con compasión y no quitar la responsabilidad de quien ha cometido la violencia es parte de ese camino, pero si no llevo la parte de la acción, si no me encamino a salir, si no recuerdo que la palabra víctima no me define, entonces quedaremos estancadas. 

Así que, retomando el tema, he sentido muchas veces que no hay nada de mí, que soy Yesenia la víctima y no hay otra opción de mí esencia, porque “Me han robado”, mi cuerpo, mi mente, mi tranquilidad, mi capacidad para vivir en armonía. 

Que me dijeran esto fue muy poderoso, peleé con esta idea, porque de cierta manera me había estancado en la otra, y llegué a esa adaptabilidad, muchos dirían que estaba en una “zona de confort”, que no sé si sea la mejor manera de nombrarla. Todo término que viene de lo social, lo dudo, porque hay un discurso patriarcal de fondo. No lo llamaría una zona de confort, pero adaptabilidad me suena con más sentido, estaba en una zona donde había encontrado respuestas a mis traumas, a mi comportamiento y a sentirme estancada, me adapté a esas respuestas a las que llegué poco a poco a fondo, analicé y escribí sobre esas heridas, con la intención de liberar y sanar, pero me di cuenta de que no con una intención de movilidad, porque hoy me doy cuenta de que no sentía que esto era posible. Puede sonar hasta absurdo cuando lo que queremos todas es avanzar, pero hasta hoy veo mi intención detrás de todo ese trabajo personal. No es que no quisiera moverme, es que no sabía que podía, no sabía que era posible, porque no sentía que aún fuera yo en este cuerpo tan herido. 

“Si se lo hubiera llevado todo, hoy no estarían aquí”. Fue la frase que más me llevó a mi nuevo análisis: No es que lo que te pasó te tenía que pasar para que llegaras aquí, te pasó y tu resiliencia fue lo que te ayudó a salir adelante. “Estás aquí, porque no se llevó todo de ti”. 

Hoy me miro diferente, porque la palabra es tan fuerte, que narrarnos con otra perspectiva nos lleva a nuevas posibilidades, hace poco leí que lo que lleva al trauma no es el suceso, si no la perspectiva que llega posterior al suceso. Desde este lugar, entonces, cualquier trauma es superable, cualquier inmovilidad se puede volver movilidad, cualquier pánico puede cesar, y aún en la oscuridad puedo brillar. 

No se llevó todo de mí, por eso hoy estoy aquí, por eso hoy soy terapeuta y trabajo con mujeres en situación de violencia, por eso hoy busco capacitaciones feministas para abordar el sistema patriarcal, no, si él se hubiera llevado todo, no estaría aquí, estos nuevos ojos fueron los que me dieron una nueva lucha que había creído perdida. 

Por: Yesenia Domínguez.